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martes, 16 de julio de 2013

La educación creadora

 
 "Todo comenzó durante la II Guerra Mundial cuando Arno Stern, judío alemán, sin saber nada de psicología, pedagogía, enseñanza, dibujo…tuvo que hacerse cargo de un grupo de niños huérfanos. Llegó una caja de la Cruz Roja con pinturas y pinceles y como era escaso para la cantidad de niños que había, tuvieron que idear entre todos la mejor manera para economizar material. Asignaron un pincel a cada color para aprovechar la pintura; al no tener mesas suficientes, colocaban las hojas de papel en la pared… Arno Stern no sabía enseñar pero si que podía hacer el trabajo de los niños más agradable, sirviéndoles. Vio entonces que los niños cambiaban, se hacían más fuertes, seguros y entonces decidió hacer de aquel su trabajo.
Se dio cuenta de que todos los niños dibujaban lo mismo y recorrió el mundo investigando la forma de pintar de la gente de las diferentes culturas que iba encontrando. Demostró que el aprendizaje de la pintura corresponde con una evolución en los trazos programada genéticamente. En nuestro código genético, por el hecho de ser humanos está la capacidad de crear.
Un día los niños comienzan un juego emocionante, muchas veces de manera accidental se producen sus primeras manifestaciones gráficas. Todos los niños viven este proceso con pasión y pocos al llegar a la adolescencia continúan expresándose mediante la pintura. ¿Por qué sucede esto?
Esto es debido a la intervención de los demás, que aunque cargada de buenas intenciones, es totalmente desacertada. Que ¿por qué? Vamos a verlo:
Si como Arno Stern descubrió es cierto que todos los niños dibujan lo mismo, entonces estas primeras figuras “universales” son trazadas según una ley interna. No existe deseo de representación, los niños trazan según una ley interna que no depende del exterior, de lo observado ni tan siquiera de los pensamientos. Un ejemplo de esto es que todos los niños del mundo pintan las mismas casas, independientemente de su lugar de origen y de la arquitectura local.
Al estar con los niños si desconocemos su proceso natural de aprendizaje es frecuente intervenir, intentando enseñarle. Le cogemos el papel y el lápiz y le decimos.” No así no se hace, mira”. Le dibujamos algo, ofreciéndoselo como modelo. Pero entonces no hacemos más que apartarle de su camino, interrumpirle su pensamiento, distraerle de sus intereses y necesidades, desorientarle y hacerle sentirse perdido e inseguro. Ahora ese niño querrá hacer algo que no puede hacer y que además no necesita hacer. El equilibrio está roto. Su seguridad perdida. Y para colmo, en adelante tendrá que hacer miles de veces dibujos impuestos, fichas para rellenar, completar, colorear. Se va a ver forzado a explicarlo todo sobre sus trazos hasta que algún día dirá: ¿Qué hago? Y por último el:" no se dibujar".
Los niños no necesitan copiar objetos, sino representarlos desde su imaginación para jugar, pero los adultos queremos corregir ese juego con la fatua pretensión de enriquecerlo y lo modificamos hasta hacerlo desaparecer. Pero a pesar de esta evidencia, la escuela no ha establecido una relación directa entre el fracaso en el aprendizaje del dibujo y su pretensión de enseñarlo.
Esto son sólo unas pinceladas sobre el descubrimiento de Arno Stern que se puede extrapolar a cualquier otra materia y en general a la vida y a la escuela, la enseñanza y el aprendizaje. 

Aqui os dejo una interesante introducción a la ciencia que por azar descubrió Arno Stern escrita por el Director de un taller de educación creadora en Bilbao: José Miguel Castro:
INTRODUCCIÓN A LA SEMIOLOGÍA DE LA EXPRESIÓN
En los talleres de educación creadora tienen en cuenta muchos factores a la hora de hacer los grupos, teniendo en cuenta la diversidad. Todas las personas que están en un grupo determinado son totalmente diferentes entre si. De esta manera no se pueden comparar con nadie y cada uno aporta lo suyo. Además en el taller el educador, no motiva, ni enseña, ni interpreta, solo sirve. Su misión es hacer el trabajo cómodo y agradable.
La educación creadora establece unas condiciones en las que todas las personas pueden sentirse seguras y afirmarse sin depender de un modelo. El desarrollo de la capacidad creadora para cualquiera circunstancia de la vida, se basa en la posibilidad de reencuentro con todo lo que se tiene de diferente, original y personal, sin inhibiciones y lejos de la exhibición. Libre de modelos, comparaciones y juicios, el temor desaparece, los límites se rompen y se evoluciona más allá de lo que imaginamos ser capaces. Así se puede improvisar, investigar, crear, desarrollar la actividad más seria y rigurosa que existe: el juego".

Nuestro papel como educadores no debería ser el de dirigir o controlar, sino servir, respondiendo a las necesidades de los niños y sus variados y diferentes intereses.
Os invito a visitar el siguiente enlace sobre los talleres que tienen Vega Martín y José Miguel Castro:
Diraya, con interesantísimos artículos sobre temas variados.

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